Mujeres que dejan huella
Por Lucía Gavarotti y Manuela González Figueroa.
A la hora de definir la palabra “éxito”, la Real Academia Española explica que “es el resultado feliz de un negocio o de una actuación”. Al mismo tiempo, puede hacer referencia a “la buena aceptación que posee alguien o algo”. Sin embargo, para cuatro mujeres argentinas que marcaron y marcan su paso desde espacios con mayor o menor visibilidad y lograron destacarse en su oficio o profesión, el éxito no está ligado a sobresalir frente al resto, sino que es subjetivo para cada persona.
¿Sus
logros tienen que ver con la motivación de cada una de ellas? “Persevera y
triunfarás”, dice el refrán. Estas mujeres saben lo que quieren pero, ¿hablar
de perseverancia es hablar de determinación? ¿Cómo lograron que su palabra
pese? ¿Existe una única definición de éxito o es subjetivo de cada persona?
Hacerle frente a la opresión
Para
Dora Barrancos, una investigadora, socióloga, historiadora y feminista con
larga trayectoria en cuestiones de género, el éxito “es un término banal,
mercadológico y corresponde a la sociedad de mercado”. Además, para ella, el
éxito “no dirime nada”.
Si bien
esta investigadora feminista abrió su propio camino,
tuvo que hacerle frente a una sociedad patriarcal en una época donde las
desigualdades sexo genéricas eran preponderantes: “Las jerarquías que primero
se establecen tienen relación con el género”, dice. Y agrega que la mayoría de
las veces se topaba más con la discriminación hacía sus compañeras que a la
discriminación que ella sufría, y “era de muchísima indignación”.
Tras vivir
continuamente, en mayor o menor medida, situaciones relacionadas a la
injusticia de clase y a la discriminación y “ser completamente furiosa frente a
la opresión”, Barrancos se comprometió con las clases sociales minoristas y
luego con el feminismo considerándolo “una causa vital” y un asunto que “nos
concierne y no nos abandona, una vez que se adopta es muy difícil que sea
eliminado”.
Para
ella una cosa es el éxito y otra muy distinta es el reconocimiento. “Las ideas
no salen de la cabeza sino del culo pegado a la silla. Y en este sentido he
sido disciplinada”, plantea la mujer de los muchos títulos que se siente
identificada con el reconocimiento y no con el éxito, ya que ella misma se
reconoce como una “mujer apegada a convicciones”.
Esta lucha no se acaba
Mabel
Bianco es una médica argentina, Master en Salud pública especializada en
Epidemiología y principal fundadora y presidenta de la Fundación para Estudio e
Investigación de la Mujer (FEIM), quien en varias oportunidades se identificó
con el feminismo. Lucha por los derechos reproductivos y las mujeres desde
1983, cuando comenzó con su labor en el Ministerio de Salud y Acción Social de
la Nación, y hasta el día de la fecha se la puede observar militando campañas
como la de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Su
fundación, creada ya hace treinta y un años, es uno de sus mayores logros:
“Fuimos 3 feministas que nos juntamos, que veníamos trabajando en un programa
del Ministerio de Salud. En este proyecto Mujer,
salud y desarrollo, hablábamos, concientizábamos y promovíamos los derechos
a la igualdad de las mujeres, específicamente en la salud, pero también en
otros campos” afirma Bianco. Se orientaron sobre todo a promover los derechos
de mujeres y niñas en términos de salud, educación, el acceso al trabajo y la
participación social y política.
Luego de
más de 40 años de lucha por los derechos en general y, sobre todo, de las
mujeres, Bianco sigue comprometida como el primer día. Al haber estudiado
medicina y profundizar en una carrera con un ámbito machista, reconoció la
discriminación en primera persona, lo cual fue el primer impulso para lanzarse
como una gran vocera de la pelea por defender a las mujeres y al feminismo en
todos sus aspectos. A lo largo de su camino logró la implementación de
políticas para salvar la vida de mujeres que van desde el cáncer de mama, hasta
la prevención de la violencia de género y fue pionera de la lucha por la
educación sexual. Uno de los principales temas que se tratan y llevan a cabo
hoy en día en su fundación FEIM.
Mabel
Bianco asegura que a lo largo de toda su trayectoria “no fue todo color de
rosas”, refiriéndose a su lucha por los derechos de las mujeres y por sobre
todo el derecho al aborto comentando que ha sido tildada de abortera y eso hizo que en muchos
lugares no sea bienvenida. Cuenta que “de tanto en tanto seguimos recibiendo
anónimos en la organización sobre este problema de que defendemos los derechos
de las mujeres a decidir” y argumenta que si bien la organización no obliga a
nadie a hacer algo que no quiera “hay gente que interpreta mal”.
La
presidenta de FEIM recuerda que “un mal trago” que vivió en su vida fue cuando
dirigiendo el programa de Sida llevaron a cabo una campaña promocionando el
preservativo con el slogan “la confianza no alcanza” indicando que incluso en
el matrimonio había que cuidarse para evitar las enfermedades de transmisión
sexual: “Lamentablemente esa campaña que era muy importante, fue controversial
para algunas personas y fue ahí cuando sufrí mal trato. Venía de defender el
derecho al uso del preservativo y el ejercicio de la sexualidad segura en la
fundación y, sin embargo, los mismos compañeros de esa militancia, llevados por
los intereses comerciales de algunos laboratorios, se opusieron a eso y se
oponen a algo que habíamos luchado tanto tiempo antes”, comenta.
El éxito
personal depende de motivaciones, intereses y valores que son propios de cada
sujeto. Cuando a la presidenta de FEIM se le pregunta si se considera una mujer
exitosa, ella contesta que no se puede sentir de esa forma ya que considera que
si bien contribuyó a lograr grandes cambios en la sociedad, hay un largo camino
por recorrer todavía, muchas cosas que conseguir: “Esta lucha no se acaba,
continúa y es ahí donde está el bienestar completo de la sociedad”, asegura que
en esa búsqueda de igualdad está la dicha de la población en su totalidad,
porque “si hay tranquilidad de mujeres y niñas, hay de todas las personas”.
Bianco explica que contribuyó a ciertos logros pero que estas acciones son grupales,
de alguna manera cuando dicen que alguien es influencer puede ser para bien o para mal. Se siente satisfecha al
haber esclarecido algunos aspectos. “Creo que el éxito es muy difícil de
alcanzar si uno cada vez que va teniendo una etapa que consigue, ve las
próximas. Siempre hay una próxima”.
Salir de la zona de confort
Así como Mabel Bianco considera que el éxito es
algo del día a día, de superarse a uno mismo, Taty Santa Ana asegura que
alcanzar el éxito implica “salir de la zona de confort de cada une, y
arriesgarse a conseguir lo deseado, con disciplina y esfuerzo” porque así es
como lo sintió y lo logró ella.
Santa
Ana es una de las mentes más jóvenes y revolucionarias del freestyle que supo encontrar su lugar en una cultura que desde sus
inicios celebra y justifica el machismo, multiplicando las expresiones
patriarcales con cada reproducción de los videos de las batallas. Trabaja a
diario por la igualdad de posibilidades en la escena, buscando dar visibilidad
y acompañando a muchas mujeres que no se animan a ingresar por temor a que el
género sea un deslegitimador y que el talento real no sea reconocido. ‘’No
estábamos muy acostumbradas a este nuevo cambio de paradigma porque cuando
empecé allá por 2013 a mover la onda del freestyle
por las plazas, no estaba muy hablado el tema del patriarcado o del machismo,
de qué estaba bien y que no’’. Logró llegar a lugares que anteriormente
parecían inalcanzables para las mujeres por la desigualdad de género que hay en
el ámbito que ella trabaja, ser la host (presentadora del evento) de las
batallas más conocidas de freestyle
de Buenos Aires hasta la Red Bull Batalla de Los Gallos (la más popular de
Argentina).
Junto
con otras dos mujeres, plantearon la idea de crear un nuevo evento llamado
‘’Triple F’’, lugar especialmente para las mujeres y que está fuera del
machismo y la violencia hacia el otro. Con la perspectiva de género más
presente que nunca, esta mujer de 21 años, busca revolucionar el freestyle y darle el lugar que merecen a
las mujeres, el lugar que jamás deberían haber perdido y las condiciones
igualitarias que ello merece. Aunque admite que para algunas mujeres es
referente y para otras quizás no, ella siente que representa a un sector que
estuvo siempre en el lado vulnerable y que no tiene problema en no ser la
representante de algunas, sino que espera contribuir al avance de la sociedad
en cuanto a la incorporación de la igualdad de género y la eliminación de la
violencia en su totalidad.
Considera
que en muchas oportunidades no son aprovechadas las herramientas que se poseen
y que eso debe ser una labor individual, más allá que el cambio de paradigma
cultural que acompaña la visibilización del esfuerzo de las mujeres en alcanzar
un lugar donde los hombres llegaron sin hacerlo. Esto va en conjunto con la
disciplina, trabajo constante y valentía que requiere cada persona para poder
lograrlo, dejando todas las inseguridades atrás. ‘’Nuestra generación es una
generación mítica y nos curtimos con esa. Como estábamos acostumbradas a vivir
con ese patriarcado y no conocíamos nada por fuera de eso, descubrimos un
abanico de posibilidades que nos dio el feminismo’’, asegura.
Este
grupo de mujeres pisa y deja su huella en esta sociedad heteropatriarcal. Sin
embargo, Santa Ana cuenta que, de la misma manera que las demás entrevistadas,
pasó por situaciones de injusticia únicamente por ser mujer y viene a cambiar
esa arbitrariedad, ya que no quiere que ninguna joven pase por situaciones
discriminatorias por el simple hecho de ser mujer.
Trabajar con libertad
El éxito
está ligado a la libertad, esa libertad que da la posibilidad de que todas las
personas puedan llevar sus metas a cabo. Así se siente María Vilariño,
vestuarista personal de Marcelo Tinelli y de sus programas desde 1992, quien
asegura que trabajar con el conductor es “sentirse libre. Él se divierte y está
bueno poder trabajar con esa libertad”.
Sin
embargo, Vilariño cuenta que no siempre se sintió así de “libre” para trabajar,
ya que a lo largo de su carrera se topó con “maltratadores del poder de la TV”
que le impedían desarrollarse satisfactoriamente en su profesión: “Tuve que
pasar por situaciones muy feas donde me maltrataban con la excusa de que ellos
eran los que tenían el poder y yo una pendeja cualquiera y encima mujer”.
Vilariño
es una mujer muy reconocida en el mundo de la moda. “Yo amo ser vestuarista,
pero esta profesión te tiene que gustar, ser creativa, jugarte, informarte,
tener mucho tiempo y amar lo que hacés”.
Cuando a
la vestuarista se le pregunta si en sus comienzos hubiese pensado que iba a
llegar a donde está hoy, ella contesta que nunca imaginó que iba a terminar
confeccionando ropa y “menos para el más grande de todos”. Relata que siempre
le gustaron los medios: “Empecé bailando en un programa de televisión de ‘Alta
Tensión’ y nunca me gustó como me vestían. Ahí me di cuenta que me interesaba
el tema de vestuario”.
“Hay
pros y contras de ser mujer en un mundo donde los hombres lideran”, dice
Vilariño refiriéndose a que si bien, actualmente en la productora donde trabaja
“somos todos iguales”, tuvo épocas donde la mayor contra era el dinero. “Ahora
podemos ver en los medios mujeres tan poderosas como los hombres, con puestos
idénticos, pero antes el único que tenía el poder era el hombre y se
aprovechaban de esa superioridad”.
Ser mujer: Una lucha que nunca termina
Las
mujeres sufren constantemente opresión y agresión por parte de la sociedad
patriarcal. El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el
Racismo (INADI) establece que “la discriminación por género es la que asigna
determinados atributos socioculturales a partir de su sexo y convierte la
desigualdad sexual en desigualdad social.” Y esa desigualdad social tiene
consecuencias fuertes para aquellas mujeres que tienen una posición amenazante frente
a los hombres.
Mabel
Bianco, una de las mujeres entrevistadas, contó que estudió una carrera
machista, en la que había mucho maltrato con perspectiva de género. Cuando
comenzó en la guardia, en la cual eran tres mujeres, se encontró con que no
tenían un lugar para dormir porque los hombres no querían recibirlas allí. “A
partir de ahí empecé a notar lo que era la discriminación”.
Siguiendo
la misma línea, Dora Barrancos no tuvo una situación de discriminación
puntualmente hacia ella, debido a la personalidad “cocorita” que mencionó
tener. No obstante, presenció varias situaciones de discriminación hacia sus
compañeras mujeres, las cuales no contaban con esa personalidad
desafiante. Por eso contó que pudo sortear con bastante
habilidad las conjunciones más rudas y misóginas: “Me encontraba varias
veces alterada por la discriminación que sufrían muchísimas compañeras, no
tanto las que yo podía sufrir. Y sentía muchísima indignación”.
Taty
Santa Ana presenció una experiencia en el medio de una de las competencias más
importantes de Buenos Aires y Argentina, en la que un hombre le pegó a una
compañera suya, Joaquinha Lerna, primera mujer en competir en la Batalla de
Gallos en Argentina. Previamente la misma persona había tenido repetidos hechos
repudiables imposibles de soportar con uno de los más chicos de la competencia.
“Fue la violencia más pura en vivo y en directo”. Además, la joven menciona que
luego de ese episodio llegó a su máximo límite de tolerancia ante los momentos
de maltrato patriarcal y llegaron a un punto de inflexión: “Dijimos ‘acá no
transamos más’''. No iban a soportar seguir pasando por esas situaciones
injustas que siempre recaen justamente en los grupos más vulnerables, aquellos
grupos que siempre fueron marginados de la sociedad y que nunca tuvieron el
lugar que merecían tener desde un principio.
La
vestuarista María Vilariño también sufrió situaciones machistas a lo largo de
su carrera en los medios donde los productores se aprovechaban de las mujeres
que estaban allí haciéndolas sentir muy incómodas: “Hubo momentos en mis
comienzos donde no quise saber más nada porque me sentía expuesta a situaciones
que no me gustaban”.
Así como
estas grandes mujeres reconocidas en su profesión, todas las mujeres de esta
sociedad heteropatrialcal pasaron por lo menos una situación incómoda de
discriminación por parte de un hombre. Mabel Bianco fantasea con un mundo sin
géneros y se pregunta si en un futuro cercano esto será posible. El problema
está en la estructura de la sociedad, en los cimientos. “Sueño con un mundo sin
violencia de género y donde las mujeres decidan libremente”, concluye.
El éxito en la punta del iceberg
En este gran bloque de hielo una parte se ve a simple vista mientras que otra
se esconde en la oscuridad del océano. Es aquella que la mantiene y le da
solidez. En realidad, solo se puede ver una pequeña parte de él. En términos
científicos, un iceberg ocupa un 90% debajo de la superficie del agua, la parte
visible representa solo el 10%. Entonces, ¿qué pasa con lo que no se ve? Lo
mismo sucede con el éxito. Las personas perciben el resultado, mientras que la
persistencia, el sacrificio y los obstáculos quedan ocultos. Al sumergirse en
aquella profundidad aparecen las dificultades, el proceso y virtudes del
recorrido de cada persona. “Las ideas no salen de la cabeza sino del culo
apegado a la silla” sostiene Barrancos. El esfuerzo fue una constante en su carrera
y pese a tener 80 años “actualmente trabajo alrededor de 10 u 11 horas”. “El
feminismo puso en evidencia que hay mujeres laburando, moviéndose en post de lo
mismo que hacían los hombres hace un montón de años”, agrega Santa Ana.
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